Diseñadores que nos inspiran
- Sara Roig

- hace 5 días
- 2 Min. de lectura
Una mirada gráfica (y personal) sobre la honestidad y lo simple.
¿Por qué Dieter Rams?
A veces me pregunto por qué, habiendo crecido en el Baix Llobregat, entre calles polvorientas, infancia sencilla y jugando en descampados, me llama tanto un señor alemán tan pulcro, tan silencioso, tan “de museo”.
Pero Dieter Rams sigue resonando hoy, incluso con todo el ruido del sistema encima. Rams no diseñaba para deslumbrar ni para inflar el ego de ninguna marca: diseñaba para que las cosas sirvieran, para que no molestaran, para que duraran más que una temporada. En un mundo que te bombardea con objetos, logos y anuncios a gritos, él eligió el camino contrario: el silencio, la utilidad, la dignidad de las cosas hechas para acompañar la vida cotidiana.
Quizá por eso nos toca. Su filosofía parece casi un acto de resistencia: hacer que el diseño sea humano, no un arma de seducción del capital.

Los 10 principios del buen diseño
Este es su famoso decálogo.

El buen diseño es innovador
Hace que un producto sea útil
Es estético
Es comprensible
Es discreto
Es honesto
Es duradero
Cuida cada detalle
Respeta el medio ambiente
Es simple
Nada de vender humo ni disfrazar la “tendencia”. Al contrario: claridad, responsabilidad y humildad.
Este decálogo suena casi subversivo: una ética combativa frente a la estética vacía que nos rodea.

¿Y esto qué tiene que ver con lo que hacemos cada día?
Todo.
Desde la escuela pública, hasta los primeros carteles para conciertos de los grupos de vecinos. Sin saber ni de lejos que eso se llamaba diseñar.
Trabajando con marcas, logos y webs más elaboradas, la raíz de esa curiosidad y pasión por lo funcional sigue ahí. Nos gusta lo que hacemos. Que no finja. Que no se caiga a la semana.
Y aquí es donde Rams me vuelve a tocar el cable: me recuerda lo esencial, me baja los humos y me corta la tontería del “diseño bonito” para devolverme al “diseño que funciona”.
No se trata de teorías. Se trata del día a día: estar frente al Illustrator a las tantas, con música de fondo, preguntándome si lo que estoy haciendo tiene sentido o es puro maquillaje.
A veces, la respuesta me la da Rams. Y casi siempre es la misma: si no sirve, sobra.





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